Corría Junio de 1986 cuando visité por primera vez el monte de Ancos, que con sus 270 m de altitude da nombre histórico a nuestra comarca: "Trasancos" (perdonad la mala calidad de las panorámicas; son todas a pulso y con una luz horrible).
En aquella visita había observado Alondras comunes (actualmente en grave declive) e incluso había descubierto un nido con huevos, como recuerda mi cuaderno de campo. Teniendo en cuenta que el monte está dentro de NJ61 me me pareció que debía volver por allí. Pero las cosas han cambiado mucho desde entonces, empezando por el paisaje.
Donde antes había braña (brezal atlántico, en gallego), hoy tenemos eucaliptos y tojal muy desarrollado de casi dos metros de altura.
Por supuesto esto ha conllevado también un cambio en las especies presentes. Aunque estos montes eucaliptizados también tienen sus habitantes característicos, sobre todo aves forestales poco exigentes que se han adaptado bien a ellos.
En Ancos - como en tantos montes litorales gallegos - apenas queda nada de aquellas brañas y praderas donde criaba la Alondra, ave emblemática, evocadora y poética a partes iguales.
Precisamente en este pequeño retazo de monte bajo encontraba un eslizón. A diferencia de otras regiones peninsulares escoge microhábitas muy secos y soleados por el norte gallego.
Por lo menos pude incorporar alguna especie reproductora nueva a la cuadrícula de Ferrol, como el bello Escribano montesino (Emberiza cia).
A menudo el nombre vulgar de un animal nos da información sobre su morfología, su biología o sus prerencias de hábitat. Y en el caso del Escribano montesino esta indicación es realmente acertada, pues será únicamente en nuestros montes donde encontraremos esta especie como nidificante; teniendo especial querencia por laderas con roquedos graníticos, barrancos abruptos o áreas degradadas y erosionadas con vegetación irregular. Si además tenemos una cantera abandonada en el monte pues también puede valer.
Porque antes de subir al monte visité cierta cantera para localizar una cosa importante. No lo conseguí, pero a cambio si descubrí una pareja de Escribanos montesinos nidificando casi entre la vieja maquinaria oxidada de la explotación.
La hembra apareció entre las cintas transportadoras de la cantera. La vida se abre camino de la manera más sorprendente.
Noté que estaban un poco nerviosos y en seguida descubrí el motivo:
En cuanto me percaté de que tenían el nido allí cerca abandoné el lugar para no interferir, no sin antes certificar y documentar el dato de cría. Lamentablemente el lugar está fuera de la cuadrícula por unos metros, pero algo se podrá hacer con la cita.
Me despido con una toma chula. Aquí tuve buen pulso para bajar a 1/125 seg.
Un bicho bonito, ¿verdad?
Vista desde el monte de Ancos
En aquella visita había observado Alondras comunes (actualmente en grave declive) e incluso había descubierto un nido con huevos, como recuerda mi cuaderno de campo. Teniendo en cuenta que el monte está dentro de NJ61 me me pareció que debía volver por allí. Pero las cosas han cambiado mucho desde entonces, empezando por el paisaje.
Donde antes había braña (brezal atlántico, en gallego), hoy tenemos eucaliptos y tojal muy desarrollado de casi dos metros de altura.
Alfombra apocalíptica, digo... eucalíptica
Por supuesto esto ha conllevado también un cambio en las especies presentes. Aunque estos montes eucaliptizados también tienen sus habitantes característicos, sobre todo aves forestales poco exigentes que se han adaptado bien a ellos.
De transecto ornitológico por NJ61
En Ancos - como en tantos montes litorales gallegos - apenas queda nada de aquellas brañas y praderas donde criaba la Alondra, ave emblemática, evocadora y poética a partes iguales.
Restos de brezal bajo con gramíneas en una ladera
Precisamente en este pequeño retazo de monte bajo encontraba un eslizón. A diferencia de otras regiones peninsulares escoge microhábitas muy secos y soleados por el norte gallego.
Eslizón tridáctilo (Chalcides chalcides)
Por lo menos pude incorporar alguna especie reproductora nueva a la cuadrícula de Ferrol, como el bello Escribano montesino (Emberiza cia).
A menudo el nombre vulgar de un animal nos da información sobre su morfología, su biología o sus prerencias de hábitat. Y en el caso del Escribano montesino esta indicación es realmente acertada, pues será únicamente en nuestros montes donde encontraremos esta especie como nidificante; teniendo especial querencia por laderas con roquedos graníticos, barrancos abruptos o áreas degradadas y erosionadas con vegetación irregular. Si además tenemos una cantera abandonada en el monte pues también puede valer.
Cantera abandonada
Porque antes de subir al monte visité cierta cantera para localizar una cosa importante. No lo conseguí, pero a cambio si descubrí una pareja de Escribanos montesinos nidificando casi entre la vieja maquinaria oxidada de la explotación.
La hembra apareció entre las cintas transportadoras de la cantera. La vida se abre camino de la manera más sorprendente.
Maquinaria abandonada de la cantera
Noté que estaban un poco nerviosos y en seguida descubrí el motivo:
Escribano montesino (Emberiza cia) hembra
Escribano portando ceba (un ortóptero) para los pollos
En cuanto me percaté de que tenían el nido allí cerca abandoné el lugar para no interferir, no sin antes certificar y documentar el dato de cría. Lamentablemente el lugar está fuera de la cuadrícula por unos metros, pero algo se podrá hacer con la cita.
Me despido con una toma chula. Aquí tuve buen pulso para bajar a 1/125 seg.
Escribano montesino (Emberiza cia), macho
Foto Sony RX10 (focal 220 mm) ISO: 400 V: 1/125 F: 4
Un bicho bonito, ¿verdad?