"A mediados de Agosto las larguísimas playas de Barrañán, Carnota, Louro, Corrubedo, A Lanzada Panxón, etc bullen en un hervor de gaivotas craras (Larus argentatus) y sombrías (Larus fuscus), parte de ellas procedentes de nuestros propios ecosistemas, una vez perpetuadas las especies, pero en su mayoría de remite europeo"(José Curt Martínez, "A volar, rapaces!", 1985)
Han pasado ya 35 años desde que empecé a tomar notas en mis cuadernos de campo. En ese tiempo he visto muchos cambios en nuestro medio natural y uno de los más dramáticos ha sido la desaparición de aves en nuestras playas, que antes alojaban miles de aves acuáticas en los pasos migratorios y durante la invernada. Básicamente gaviotas de diferentes especies, pero también limícolas o paseriformes como el hermoso escribano nival.
Estas fantásticas imágenes de Antonio Gutiérrez definen a la perfección aquellos tiempos en que las playas todavía eran de las aves. Enormes bandos de miles de gaviotas descansando tranquilamente en una playa, donde recuperan energías para continuar la migración. Con los temporales de invierno eran muchas también las que buscaban refugio en nuestros arenales.
Como he dicho también había muchas limícolas, que podían formar bandos de cientos de ejemplares tanto en migración como en invernada. En la playa se concentraban para descansar durante la pleamar o para pasar la noche. Así lo anotaba en mi cuaderno allá por Diciembre de 1993:
Fueron muchas las horas pasadas en la playa de A Frouxeira (Valdoviño). Muchas las vivencias y observaciones en unos tiempos en que la playa se llenaba de gente sólo durante los meses de verano, recuperando su tranquilidad el resto del año. Entonces aquellos extensos arenales pertenecían a las aves, a los pescadores de lubina y a los cuatro naturalistas que andábamos entonces por allí.
Sin embargo hoy las playas permanecen vacías y silenciosas, con algunos pequeños bandos de gaviotas o limícolas que escapan en cuanto aparece el primer mascotero con sus perros sueltos (porque para eso los llevan a la playa evidentemente).
De hecho las pocas limícolas que nos quedan se han visto obligadas a cambiar sus hábitos. Ahora los islotes litorales próximos o las rocas presentes en las lagunas son sus refugios la mayor parte del día, acudiendo a la playa sólo para alimentarse cuando no hay gente.
El lector puede pensar que los perros no molestan más que los turistas, pero no es cierto. Una persona adulta puede asustar las aves, un niño pequeño puede perseguirlas para jugar, pero no tienen ni la velocidad ni la resistencia de un perro mediano o grande. Por eso las aves levantan vuelo pero vuelven a posar cerca. Pero he visto algunos perros que corrían de un extremo a otro de la playa de Valdoviño (3 Km) persiguiendo las aves con una insistencia propia de un perro de caza mientras el hijoputa de su dueño seguía caminando sin hacer caso. Por supuesto, ay! del ave que logren coger.
Además está el "efecto llamada". Durante los meses fríos la presencia humana en las playas ha sido siempre mínima pero desde que se puso de moda pasear los perros el número de personas se ha disparado exponencialmente. Si paramos en cualquier aparcamiento veremos que la mayoría de las personas que bajan a la playa en invierno lo hacen para que sus perros "corran libremente, accediendo a otros animales y/o personas", algo que está prohibido por ley.
Al principio creía que este descenso en el número de gaviotas era debido al sellado del vertedero de Ferrol. Luego pensé en el cambio de costumbres de las patiamarillas y su colonización del medio urbano. Pero ello no explicaría el declive de otras especies. Poco a poco fui contrastando opiniones de otros colegas, que me confirmaban que estaba ocurriendo lo mismo en todas las playas: Esmelle, Pantín, Cariño, Foz,... Las aves están desapareciendo desde hace 15-20 años y hay un elemento común a todas las playas. Todas ellas se han convertido en auténticas playas caninas los 365 días del año, incluso aquellas que forman parte de espacios llamados "protegidos".
Me despido con algo que me ha preocupado. He leído el censo que tres reconocidos ornitólogos han llevado a cabo para la Xunta en Enero de 2019. Consultando la lista de incidencias en las playas se repite una y otra vez la frase generalista "molestias por actividades de lecer (ocio)". He visto matizaciones sobre kite buggy, surfistas, presencia humana, pescadores de caña, una embarcación,... pero NI UNA SOLA ALUSIÓN A LOS PERROS SUELTOS, cuando hoy por hoy es incuestionablemente la mayor molestia que hay en estas playas que han censado. No son sólo "molestias por actividades de lecer".
Yo me pregunto qué motivo pueden tener varios ornitólogos para ocultar o disimular ese problema tan grave a la Consellería de Medio Ambiente.
Han pasado ya 35 años desde que empecé a tomar notas en mis cuadernos de campo. En ese tiempo he visto muchos cambios en nuestro medio natural y uno de los más dramáticos ha sido la desaparición de aves en nuestras playas, que antes alojaban miles de aves acuáticas en los pasos migratorios y durante la invernada. Básicamente gaviotas de diferentes especies, pero también limícolas o paseriformes como el hermoso escribano nival.
Estas fantásticas imágenes de Antonio Gutiérrez definen a la perfección aquellos tiempos en que las playas todavía eran de las aves. Enormes bandos de miles de gaviotas descansando tranquilamente en una playa, donde recuperan energías para continuar la migración. Con los temporales de invierno eran muchas también las que buscaban refugio en nuestros arenales.
Como he dicho también había muchas limícolas, que podían formar bandos de cientos de ejemplares tanto en migración como en invernada. En la playa se concentraban para descansar durante la pleamar o para pasar la noche. Así lo anotaba en mi cuaderno allá por Diciembre de 1993:
Fueron muchas las horas pasadas en la playa de A Frouxeira (Valdoviño). Muchas las vivencias y observaciones en unos tiempos en que la playa se llenaba de gente sólo durante los meses de verano, recuperando su tranquilidad el resto del año. Entonces aquellos extensos arenales pertenecían a las aves, a los pescadores de lubina y a los cuatro naturalistas que andábamos entonces por allí.
Correlimos tridáctilos (Calidris alba) descansando al amanecer
Chorlitos grises (Pluvialis squatarola)
Sin embargo hoy las playas permanecen vacías y silenciosas, con algunos pequeños bandos de gaviotas o limícolas que escapan en cuanto aparece el primer mascotero con sus perros sueltos (porque para eso los llevan a la playa evidentemente).
Correlimos tridáctilos alimentándose en la playa
De hecho las pocas limícolas que nos quedan se han visto obligadas a cambiar sus hábitos. Ahora los islotes litorales próximos o las rocas presentes en las lagunas son sus refugios la mayor parte del día, acudiendo a la playa sólo para alimentarse cuando no hay gente.
Chorlitos grises refugiados en un islote marino
Correlimos tridáctilos refugiados en las rocas de la laguna
El lector puede pensar que los perros no molestan más que los turistas, pero no es cierto. Una persona adulta puede asustar las aves, un niño pequeño puede perseguirlas para jugar, pero no tienen ni la velocidad ni la resistencia de un perro mediano o grande. Por eso las aves levantan vuelo pero vuelven a posar cerca. Pero he visto algunos perros que corrían de un extremo a otro de la playa de Valdoviño (3 Km) persiguiendo las aves con una insistencia propia de un perro de caza mientras el hijoputa de su dueño seguía caminando sin hacer caso. Por supuesto, ay! del ave que logren coger.
Además está el "efecto llamada". Durante los meses fríos la presencia humana en las playas ha sido siempre mínima pero desde que se puso de moda pasear los perros el número de personas se ha disparado exponencialmente. Si paramos en cualquier aparcamiento veremos que la mayoría de las personas que bajan a la playa en invierno lo hacen para que sus perros "corran libremente, accediendo a otros animales y/o personas", algo que está prohibido por ley.
Al principio creía que este descenso en el número de gaviotas era debido al sellado del vertedero de Ferrol. Luego pensé en el cambio de costumbres de las patiamarillas y su colonización del medio urbano. Pero ello no explicaría el declive de otras especies. Poco a poco fui contrastando opiniones de otros colegas, que me confirmaban que estaba ocurriendo lo mismo en todas las playas: Esmelle, Pantín, Cariño, Foz,... Las aves están desapareciendo desde hace 15-20 años y hay un elemento común a todas las playas. Todas ellas se han convertido en auténticas playas caninas los 365 días del año, incluso aquellas que forman parte de espacios llamados "protegidos".
Me despido con algo que me ha preocupado. He leído el censo que tres reconocidos ornitólogos han llevado a cabo para la Xunta en Enero de 2019. Consultando la lista de incidencias en las playas se repite una y otra vez la frase generalista "molestias por actividades de lecer (ocio)". He visto matizaciones sobre kite buggy, surfistas, presencia humana, pescadores de caña, una embarcación,... pero NI UNA SOLA ALUSIÓN A LOS PERROS SUELTOS, cuando hoy por hoy es incuestionablemente la mayor molestia que hay en estas playas que han censado. No son sólo "molestias por actividades de lecer".
Yo me pregunto qué motivo pueden tener varios ornitólogos para ocultar o disimular ese problema tan grave a la Consellería de Medio Ambiente.