Sigo indignado tras los homicidios de dos ancianos causados por perros peligrosos sueltos y por una Administración cómplice de los hechos. Una de las víctimas, al que tres rotweiller descuartizaron los brazos en vivo, tenía la edad de mi madre. Para mí no puede haber ni olvido ni perdón .
La sociedad española (los progres especialmente) ha perdido el norte y se ha entregado a los brazos del animalismo. No hay más que ver los comentarios en las redes sociales o en la prensa digital cuando sale una noticia de éstas para comprobar que la mayor preocupación de muchos es "qué les va a pasar ahora a los pobres perros" (textual). A los viejos que les den.
Y es que ya nos hemos acostumbrado a ver semanalmente ataques a personas, como si fuese la cosa más normal del mundo. Pero no lo es, como tampoco los asesinatos con armas en EEUU, aunque el lobby armero yanqui defienda a muerte el derecho a portar armas de fuego. De igual manera aquí el lobby mascotero ha comprado a las fuerzas políticas para que colaboren en el negocio (en el fondo se trata de dinero, como bien muestra la apertura de hipermercados especializados donde esta gente puede dar rienda suelta a sus desvaríos):
Por ahora las cifras de ataques mortales son pequeñas, aunque la de ataques con lesiones leves o graves no se conozcan. Pero ojo, porque en los últimos cinco años el número de perros se ha disparado de manera exponencial, así que estas cifras irán aumentando sin duda.
Mientras, la mafia mascotera está intentando blindar su inmunidad. Hace poco un ciudadano se defendió de un perro suelto que le atacó. Era una raza pequeña así que en este caso la persona salió indemne pero la dueña denunció al ciudadano por darle una patada al perro. Ni que decir tiene que despertó una oleada de solidaridad en las redes sociales, descalificando al pobre ciudadado que únicamente se defendió.
Lo mismo ha pasado con varios agentes de policía que dispararon a perros, más grandes y peligrosos, que les atacaron. Hasta hubo manifestaciones y vigilias de los animalistas pidiendo cárcel para los policías. A este nivel de estulticia hemos llegado.
Hace unos días ocurría algo escandaloso. Los perros de una pareja de BIÓLOGOS mataban un cachorro de lince en Doñana.
Cada vez que abro el facebook y miro la prensa digital o las publicaciones de mis contactos aparecen siempre un montón de enlaces relativos a ciertos acontecimientos de especial sensibilidad, como los casos de maltrato a la fauna por parte de cazadores. Curiosamente tras la muerte de este lince causado por perros hubo un auténtico apagón informativo. Quisiera yo ver la reacción en las redes si en vez de biólogos fuesen cazadores. Pero eran mascoteros y esos tienen absoluta impunidad hasta para que dos biólogos maten un lince junto a un parque nacional, unos hechos gravísimos. Así que corramos un tupido velo y aquí no ha pasado nada.
El tiempo pondrá a cada uno en su sitio. Tengo la certeza de que ciertas posturas (como la mía) que hoy se consideran radicales o intolerantes serán evaluadas de otra manera dentro de unos años. Hoy consideramos incomprensible que los médicos de nuestra infancia fumasen en las propias consultas y de igual manera llegará un día en que nos avergonzaremos de aquellos años en que los perros tenían más derechos que los seres humanos.
La sociedad española (los progres especialmente) ha perdido el norte y se ha entregado a los brazos del animalismo. No hay más que ver los comentarios en las redes sociales o en la prensa digital cuando sale una noticia de éstas para comprobar que la mayor preocupación de muchos es "qué les va a pasar ahora a los pobres perros" (textual). A los viejos que les den.
Y es que ya nos hemos acostumbrado a ver semanalmente ataques a personas, como si fuese la cosa más normal del mundo. Pero no lo es, como tampoco los asesinatos con armas en EEUU, aunque el lobby armero yanqui defienda a muerte el derecho a portar armas de fuego. De igual manera aquí el lobby mascotero ha comprado a las fuerzas políticas para que colaboren en el negocio (en el fondo se trata de dinero, como bien muestra la apertura de hipermercados especializados donde esta gente puede dar rienda suelta a sus desvaríos):
Publicidad de un hipermercado fomentando el maltrato animal
Por ahora las cifras de ataques mortales son pequeñas, aunque la de ataques con lesiones leves o graves no se conozcan. Pero ojo, porque en los últimos cinco años el número de perros se ha disparado de manera exponencial, así que estas cifras irán aumentando sin duda.
Mientras, la mafia mascotera está intentando blindar su inmunidad. Hace poco un ciudadano se defendió de un perro suelto que le atacó. Era una raza pequeña así que en este caso la persona salió indemne pero la dueña denunció al ciudadano por darle una patada al perro. Ni que decir tiene que despertó una oleada de solidaridad en las redes sociales, descalificando al pobre ciudadado que únicamente se defendió.
Lo mismo ha pasado con varios agentes de policía que dispararon a perros, más grandes y peligrosos, que les atacaron. Hasta hubo manifestaciones y vigilias de los animalistas pidiendo cárcel para los policías. A este nivel de estulticia hemos llegado.
Hace unos días ocurría algo escandaloso. Los perros de una pareja de BIÓLOGOS mataban un cachorro de lince en Doñana.
Cada vez que abro el facebook y miro la prensa digital o las publicaciones de mis contactos aparecen siempre un montón de enlaces relativos a ciertos acontecimientos de especial sensibilidad, como los casos de maltrato a la fauna por parte de cazadores. Curiosamente tras la muerte de este lince causado por perros hubo un auténtico apagón informativo. Quisiera yo ver la reacción en las redes si en vez de biólogos fuesen cazadores. Pero eran mascoteros y esos tienen absoluta impunidad hasta para que dos biólogos maten un lince junto a un parque nacional, unos hechos gravísimos. Así que corramos un tupido velo y aquí no ha pasado nada.
El tiempo pondrá a cada uno en su sitio. Tengo la certeza de que ciertas posturas (como la mía) que hoy se consideran radicales o intolerantes serán evaluadas de otra manera dentro de unos años. Hoy consideramos incomprensible que los médicos de nuestra infancia fumasen en las propias consultas y de igual manera llegará un día en que nos avergonzaremos de aquellos años en que los perros tenían más derechos que los seres humanos.