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Channel: Bichos e demais familia
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Notas sobre Gaviotas patimarillas (Larus michahellis) urbanas

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 La Gaviota argéntea (Larus argentatus), como era denominada hace años nuestra gaviota más común, fué segregada en varias subespecies que finalmente se consideraron como especies nominales. Después de varios cambios taxonómicos en función de su morfología y genética se ha determinado que la especie que se reproduce en nuestro país se llama Larus michahellis, nombre que parece consolidado, aunque es posible que vuelva a cambiar si alguien encuentra motivo para ello.


   Pero el cambio más importante que ha experimentado la especie no ha sido el taxonómico, sino el ecológico. La que en tiempos era un ave marina propia de altos acantilados e islas litorales se ha adaptado a la vida en la ciudad, hasta el punto de formar parte ya del paisaje ornitológico en todas las urbes y pueblos costeros gallegos.
  El éxito de su expansión en este nuevo hábitat se debe si lugar a dudas a su capacidad de adaptación, tanto en sus lugares de nidificación, como a su dieta o sus costumbres. No conozco otra especie que sea capaz de aprovecharse tan bien del ser humano como ellas.

 Hábitat urbano típico de Larus michahellis en Galiza (en círculo emplazamiento de nido Nº1)

  Aunque los adultos reproductores no se apartan mucho de los lugares de cría en todo el año (al menos por los nidos que tengo cerca de casa) es en primavera cuando se vuelven más sedentarios. No he realizado seguimientos sistemáticos pero  tengo ocasión de observar a la especie todos los días del año, bien desde casa (con varios nidos activos), bien en el astillero en el que trabajo, donde hay muchas parejas reproductoras.

 Adulto incubando en nido Nº 2

  Por mis anotaciones, la puesta de las gavitas patiamarillas urbanas es de 2 ó - más frecuentemente - 3 huevos. He leído que se dan puestas de 4 huevos pero yo en hábitat urbano nunca las he visto. La incubación, en la que se turnan ambos progenitores, dura casi cuatro semanas y las eclosiones suceden sobre todo a principios de Junio. Dos o tres días después los pollitos salen del nido, como este pequeñajo que aparecía caminando por el tejado todo chulito el pasado 3 de Junio:

 Pollo recién nacido (03/06/2016)

  Dos meses más tarde abandonarán la comunidad familiar, para dispersarse por playas cercanas o no tan cercanas (de estos movimientos saben mucho Antonio Gutiérrez y los colegas gavioteros), aunque siempre hay algunos jóvenes que vuelven a junto los padres a pedir comida. El 17 de Agosto, cuando los tejados de mi barrio estaban prácticamente vacíos de jóvenes, aparecía este pollo reclamando comida sin descanso a sus progenitores. Quizá es el de la foto de antes!

 Pollo de dos meses

    Los quejidos de los pollos volantones son un sonido omnipresente en la ciudad durante el verano. Resulta difícil no sentir pena por estos desvalidos jóvenes, reacios a abandonar la cómoda compañía de sus padres, del mundo que conocen, para adentrarse en nuestras playas y mares, con sus numerosos peligros: chapapote, temporales, artes de pesca con anzuelos, perros sueltos, falta de alimento, etc...


  Para comer, los pollos picotean el punto rojo que tienen en el pico la gaviotas adultas, y éstas regurgitan el alimento sobre el tejado para que los pollos coman. Un alimento que puede ser pescado fresco recogido en los contenedores de los centros comerciales, otros restos orgánicos sacados de los contenedores ordinarios de basura, o hasta pollos de aves, incluída su propia especie, pues a veces suceden episodios terribles de predación entre ellas.

Adulto (en plena muda) alimentando a pollo.

  Pero han sido dos aspectos sobre su alimentación los que me han llamado más la atención sobre la adaptación de la Gaviota patiamarilla al ser humano y a sus costumbres. Por un lado la imagen captada con mi cámara el año pasado en la que un adulto regurgitaba pienso de mascotas! sobre el tejado para alimentar a los pollos de este post. No sé si era pienso de gatos o de perros, pero su aspecto resultaba inconfundible. Lamentablemente borré las fotos por un despiste.

 Otro es que nuestras gaviotas urbanas han aprendido a aprovechar los restos de los "pinchos" y "tapas" que quedan en las mesas de las terrazas de bares y cafeterías. Aunque parezca insólito creo que la famosa (y mal llamada) "ley antitabaco" ha favorecido a nuestras gaviotas urbanas, al fomentar la aparición de muchas terrazas de hostelería, con el consiguiente aumento de restos de comida, accesibles para ellas.  Si caminamos por Ferol cualquier tarde de sol resulta ya un elemento común ver una gaviota patiamarilla esperando posada sobre un coche a que un cliente abone la cuenta y marche, dejando los restos de empanada, zorza o chorizo al alcance de su pico.

 He intentado obtener documentos fotográficos deste último aspecto tan curioso de su biología, pero no he encontrado el momento para disparar (las fotos a personas o empresas de hostelería pueden ocasionar problemas legales). Quizá haya segunda parte de este post.




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